viernes, 3 de abril de 2009

Madness


Precioso, todo es precioso.




Estaba hablando con Walt Whitman sin prestar demasiada atención, más para citarlo que para que me fecúnde su ritmo y después de tratar de inundarme del todo de gente que llego a detestar por la cercanía que logran a mi desenmarañable sentido de las palabras pienso:




Total, ¿quién va a leer?.




Y si vos llegaste sin querer y querés saber a qué me refiero lo lamento. Lamento que la urgencia me haga escribir sin causa y lamento que las pausas sean necesarias para todos y sea vista como anormal la forma de tragarse todo de un sorbo más que la forma de titubear ante todas las cosas y que se haga tarde.


Una conjunción de notitas lastimosas, imagenes visuales de mentira...

cómo estás ahora,

en qué posición,

tapado hasta dónde.


Después me atrevo un poco más (siempre) y me pregunto qué soñarás o por qué me decís que te importa.




Si fuera cierto no te importaría. Darías el salto como un loco y yo rezo todas las noches:




-Mirá si un día te levantás distinto y me agarrás del brazo así, arrebatadoramente, me das un beso de esos que cuando te los están dando sabes que te va a doler después por un tiempo, me decís todo lo que esperé escuchar y me aclarás que me lo decís porque lo sentís y que lo sentís porque me lo merezco, y no me dejás ir nunca más en la vida...-




Los muchachos no saben a quién salpican cuando se zambullen, y las tontas piensan de más, escriben toda la madrugada y se aguantan situaciones por amor, cosa que, actualmente en extinción, poseen y desposeen las tontas. Poseen y desposeen. Poseen. Nada ya, nada.





-Oh thank you,
oh thank you
for your false flower-

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