jueves, 24 de febrero de 2011

¿Y bien?

8 y media de la mañana y recién me levanto, no pasé la noche despierta otra vez. Tendré que acostumbrarme a ser un poco más normal, tal vez.
La tormenta llena de causas en sus bordes y el centro revolucionario me persiguieron toda la noche, para dejarme en claro que yo quiero estar entre personas desesperadas.
Las personas desesperadas lloran y gritan y duelen y asustan y son hermosas.
Leen a Bukowski y a Artaud y a Hölderin y a Whitman y a Giróndo y a Pizarnik y a Cohen.
Escuchan música que te hace poner la piel de gallina, no otra.
Se levantan a cualquier hora para decir cualquier cosa.
Quieren saberlo todo inmediatamente, y que les pase todo inmediatamente.
No quieren que los vean llorar pero no se avergüenzan de haber llorado.
Son admiradores de la belleza en cualquiera de sus manifestaciones, y el horror les duele más por esa característica, aunque saben que el dolor los acerca más a la realidad humana, por eso eligen atravesarlo con valentía.
Tienen cierta sensibilidad que les permite estar más cerca de una buena sucesión de acordes, una buena toma de la fotografía, una buena agrupación de palabras.

Las personas desesperadas hacen que todo tenga sentido.

Yo por eso los amo profunda y sinceramente, y les estoy agradecida.




lunes, 14 de febrero de 2011

Yo quise fin y había más.

Una mezcla entre la canción más triste, y la más violenta.



Estar muerta es muy parecido a

el estado en que me pone querer morirme:

Esto no tiene nada que ver con adolescencia en decadencia, ni con anti-depresivos, ni con suicidios fallidos.
No soy adolescente, no estoy deprimida y no me quiero suicidar.
Estoy grande, furiosa y quiero que se me pase pronto para ser la de siempre.


Claramente me tengo que poner a pensar que siempre antes de vos estaba más tranquila. Siempre venís a recordarme cómo era lo que no me gustaba de mí y que había (a fuerza de música y buenas manos) podido controlar.
Entonces hay que dejar de jugar con esto, urgente.
Pongo la luna en su lugar y la venero desde abajo. No me sirve que la traigas a mi cama pero que no estés para mirarla conmigo.
Pongo las hadas en los cuentos y cada tanto aplaudo a ver si resucitan. No me sirve que me acompañen a la verdulería si les quebraste las alitas una por una.
Pongo el tiempo en los relojes, las flores en la cursilería, la intensidad en lo que no va a valer la pena, el "mañana" en lo que REALMENTE NO PUEDO HACER HOY y a vos

a vos

en la concha de tu hermana.

sábado, 12 de febrero de 2011

Ella también

La vida desmoronándose
u n a
y
o t r a
vez.

Hay que sacarse de adentro como sea esa sensación de que siempre voy a vivir pensando en cómo hubiera sido.
Y como sea es como sea.



Cortarse los párpados, los dedos, la boca. Mirar el fondo de la muñeca abierta hasta que salga todo de adentro.
Vomitar, sangrar, gritar, llorar.
Todas las cosas tienen movimiento,
todas las acciones tienen impacto.

El principio de entropía. Vos entrópica. Una implosión, dos implosiones, la felicidad ajena, las visiones del futuro, las imágenes del pasado.
Todas las secuencias, una a una, la mano ajena en el pelo que tantas veces dijiste que era mío, la necesidad de cerrar fuerte los ojos para que las cosas desaparezcan.

Ataque de pánico: ataque de angustia: miedo a la muerte o que pase lo peor: miedo a perder la vida o la razón: yo me estoy volviendo loca: vos me estás volviendo loca.

Ahora gritando: NO TE QUIERO MÁS.

lunes, 7 de febrero de 2011

¿y qué sabrá la gente de mi hambre?

domingo, 6 de febrero de 2011

harta HARTA harta HARTA HARTA harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta harta


basta para mí