jueves, 24 de febrero de 2011

¿Y bien?

8 y media de la mañana y recién me levanto, no pasé la noche despierta otra vez. Tendré que acostumbrarme a ser un poco más normal, tal vez.
La tormenta llena de causas en sus bordes y el centro revolucionario me persiguieron toda la noche, para dejarme en claro que yo quiero estar entre personas desesperadas.
Las personas desesperadas lloran y gritan y duelen y asustan y son hermosas.
Leen a Bukowski y a Artaud y a Hölderin y a Whitman y a Giróndo y a Pizarnik y a Cohen.
Escuchan música que te hace poner la piel de gallina, no otra.
Se levantan a cualquier hora para decir cualquier cosa.
Quieren saberlo todo inmediatamente, y que les pase todo inmediatamente.
No quieren que los vean llorar pero no se avergüenzan de haber llorado.
Son admiradores de la belleza en cualquiera de sus manifestaciones, y el horror les duele más por esa característica, aunque saben que el dolor los acerca más a la realidad humana, por eso eligen atravesarlo con valentía.
Tienen cierta sensibilidad que les permite estar más cerca de una buena sucesión de acordes, una buena toma de la fotografía, una buena agrupación de palabras.

Las personas desesperadas hacen que todo tenga sentido.

Yo por eso los amo profunda y sinceramente, y les estoy agradecida.




2 comentarios:

  1. Sos una genia.
    Nunca dejes de levantarte a cualquier hora para decir cualquier cosa porque es un encanto levantarse a cualquier hora para leerte.
    Gracias por la sencibilidad con que me lees a mí, de verdad.
    Un abrazo desesperado!

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  2. En un pésimo momento, leerte me hizo bien. Gracias por eso.

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