miércoles, 9 de septiembre de 2009

Obviamente puedo hacer lo que quiera:

Seguir escuchando ese disco que duele.
Escribir cosas tristes que callo porque no tiene caso decir.
Irme para que las distancias me dejen ver con claridad.
Soñarte mucho.
Hacer infinitos artilugios en mi cabeza sobre que acá duele y allá no por ende una vida sigue más y los labios y las manos y las palabras que desconozco hacen agujeros en la tráquea.
Preguntarme un millón de veces (como cuando era a la inversa) cuál es el karma que pago ahora mismo, hoy.

Me gustaría poder explicar de la injusticia.

Tener hijos, un alto sueldo mensual, estudiar, reírse, mantenerse en forma, llorar, comer saludablemente, bañarse, ser amable, amar, aprender...

ME IMPORTA UN CARAJO.



Hay un número infinito de personas que "se ahogan en un vaso de agua" según los criterios ajenos a quienes nunca se les ocurre juzgar mediante las prioridades de los damnificados:

¿Cómo pueden saber cuánto amo y por qué y de qué manera?
¿Cómo el tiempo que pasa puede determinar eso?
¿Cómo pueden saber para qué o en cuántas cosas necesito lo que tuve?

Cuando me levanto, cuando me cambio la ropa, cuando pongo música, cuando cocino, cuando como, cuando decido si bañarme o no, cuando voy al mercado, cuando me acuerdo y después me dan ganas de llorar, cuando lo cuento, cuando llego a 100, cuando me acuesto y no puedo dormir, cuando me levanto, cuando me cambio...

Yo no quería, no quiero ningún desenlace todavía, pero viste cómo le jode a uno la incertidumbre... entonces me voy a mi madre unos días, a ver si me dan una cachetada de una vez.


Yo tengo una vida infinita y en miniatura.
Una vida llena de gente y de soledad (pero si todos caminamos solos, estamos juntos en eso).
Una vida terrible y perfecta.
Una vida escasa y de sobra.
Una vida, y nadie sale vivo de esto...
Por un momento, no sé cómo, me sacaste de entre los muertos.
Y ahora,
adivina qué.

5 comentarios:

  1. Tremendo texto. Justo acá, más acá del medio, atrás, arriba, etc.

    ResponderEliminar
  2. Sin palabras.
    Has dicho todo lo necesario, o por lo menos eso creo!

    ResponderEliminar
  3. Guau. Genial su poesía!
    "Y ahora adivina qué"... el final es impecable y contundente como deben ser los finales (en todos los aspectos lo digo, no solo en la literatura). Hay que aprender a terminar aunque duela, aunque los demás se alimenten un poco de ese dolor. Y la traquea... en fin, si habremos usado la traquea para otros menesteres y se ha aguantado el dolor. Adelante! solo tiene que permanecer en estos tiempos.
    perdón que escriba tan personal, quizá es sólo un texto (que está muy bien por cierto) y Mundo Aquí, dando pseudoconsejos, je.

    Saludos!

    ResponderEliminar
  4. Imposible hablar sin incurrir al delito de contradicción. Imposible callar sin ser cómplice del pentágono.

    Acá duele porque amamos; porque quisimos querer pero no pudimos poder.
    Sabés? Yo una vez, después de leerte, me invité a comer a "YO" (o a Andoni, que no es lo mismo pero es igual) y pude querer mi realidad (todo lo que me pasaba...lo bueno y malo, lo que tiene olor a mierda).

    Quizá te puedo regresar esa idea genial. EUH CARO, invitate a comer!

    ResponderEliminar
  5. Son TODOS USTEDES tan lindos que da gusto.

    ResponderEliminar