Todo es poderosamente nostalgia.
Me pierdo, se me va de las manos, no sé si es que me voy, que ya me fui o que hay tantas cosas nuevas entrando directamente por el pecho.
Esta música, estas cosas que hacen que todo cierre, todo cierra, pulseras que hagan ruido y días interminables de esto que me está pasando y que me cuesta reconocer.
Un mar de luz, un mar de luz, un mar de luz.
¿Qué voy a hacer cuando no estés?
¿Qué voy a sentir?
Me va a venir el amor de golpe, o la conciencia.
No vas a estar ni cerca y no lo estás ahora tampoco...
¿Qué voy a hacer?.
No quiero escribir esto, no te quiero escribir acá.
No entiendo bien, esto sigue sonando, esta música que es para mí tan de adentro, como la primer mañana, como el sol a través de, como el tiempo que podía quedarme (el que quiera, dijiste), como menos mal que, como el sur, como el ser.
Como las ganas de ir a Montevideo, como la voz dulce, como las canciones tristes y los tambores, como querer ser exactamente eso y no saber cómo, cómo llegar, cómo mostrarte.
Ubicar el acento en la vida.
Y ver el futuro tan perfecto.
Y esa sonrisa que yo digo que no es cierta pero de alguna manera lo debe ser.
Y una visión clara y terrible:
No es necesario ser bonita,
si no FELIZ.